La Universidad de Sevilla (US) lidera un proyecto internacional, en el que han participado más de 40 expertos de todo el mundo, con el objetivo de reducir al máximo los efectos secundarios que provocan los tratamientos con aceleradores radioterápicos en pacientes con cáncer.
Según los expertos, una de cada tres personas padece esta enfermedad o la va a sufrir a lo largo de su vida, pero más del 60% de los pacientes diagnosticados la superan con éxito gracias a técnicas cada vez más avanzadas y menos agresivas.
Francisco Sánchez Doblado, catedrático de la US, explica que como fruto de esta investigación se ha creado un dispositivo “muy sencillo” que mide la dosis de neutrones que recibe el paciente durante la sesión de radioterapia correspondiente.
“Conociendo este parámetro podremos hacer la selección óptima de la estrategia de tratamiento que permita la reducción del riesgo radiológico de padecer un segundo cáncer”, afirma Sánchez Doblado.
En la actualidad se posee un gran control de la radiación empleada en los tratamientos oncológicos en las zonas adyacentes al lugar cancerígeno, pero gracias a esta investigación se podrá limitar también la radiación que llega al resto del cuerpo del paciente. “Esta cantidad es muy pequeña y no suele producir grandes daños, pero es muy importante controlarla ya que se estima que al menos en cerca de 5.000 casos aparece un segundo cáncer como consecuencia de la dosis periférica de radiación”.
Se trata de un detector insensible a los fotones pero sí a los neutrones térmicos, que cuenta con un chip de memoria con una pequeña capa de Boro 10. Cuando el neutrón de la sala reacciona con el Boro 10 se produce una partícula alfa y un núcleo de litio altamente ionizantes, capaz de cambiar el estado de la memoria de 0 a 1. La cantidad de unos obtenidos estará relacionada con la fluencia neutrónica y por tanto con la dosis recibida por el paciente.
Para correlacionar esta información con la probabilidad de padecer un segundo cáncer, Sánchez Doblado indica que “se han hecho muchos experimentos con fantomas antropomórficos para observar en qué grado afecta esta radiación al resto de órganos del paciente”. Una vez se conoce este impacto se diseña y elige la mejor estrategia para acabar con el tumor, afectando lo menos posible a las zonas adyacentes y periféricas del mismo.
Se prevé que esta nueva tecnología se comience a instalar en los centros sanitarios españoles y del resto del mundo el próximo año. Para ello, se han valorado ya a un total de 1.400 pacientes en los hospitales de España (Sevilla, Madrid, Barcelona, Valencia, Mérida, Pamplona), Portugal, Rusia, Alemania, Italia, Francia, Sudáfrica, o Méjico, entre otros.
Fuente: Vicerrectorado de Investigación de la Universidad de Sevilla
Fdo: Najib
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