miércoles, 25 de abril de 2012

Tras el medicamento de la eterna juventud.


El gen matusalén; el secreto mejor guardado de quienes lo poseen.

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El secreto

Los primeros fármacos para retrasar el envejecimiento serán efectivos antes de dos años, según adelantó uno de los investigadores que están inmersos en una carrera contrarreloj en la que la humanidad podría ver convertida en realidad una aspiración tan vieja como ella misma: mantener la juventud y evitar el deterioro, hasta ahora inevitable, que viene con el paso de los años.
No se trata de encontrar la legendaria fuente de la eterna juventud, sino de la consecuencia de comprender los más íntimos procesos biológicos que se desencadenan durante el envejecimiento. La clave parece ser el estudio de la información hereditaria que comparten las personas que han llegado al siglo de vida con buena salud, que son apenas una de cada 10000. Una información que indica que comparten algo que es la clave para vivir más y mejor.

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GENES MATUSALÉN

Nir Barzilai, de la Facultad de Medicina Albert Einstein, de Nueva York, lleva años investigando a cientos de personas centenarias en busca de lo que tienen en común, y ha llegado a unas conclusiones esperanzadoras. Todas poseen una serie de variantes genéticas que hacen que vivan más años y con mejor salud, evitando enfermedades como el cáncer, la diabetes y la demencia senil.
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María Olivia da Silva, en 2007 con 127 años de edad.
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Las personas que mueren a edades comprendidas entre los setenta y ochenta años se pasan la última parte de su vida con enfermedades y diversas dolencias, mientras que los centenarios mantienen su buena salud hasta prácticamente el último momento de su vida”, dice este médico, que cree en la existencia de unos genes de la longevidad que previenen las enfermedades relacionadas con el envejecimiento. La identificación de estas claves hereditarias permitirá desarrollar fármacos que retrasen la vejez. “Las compañías farmacéuticas ya están desarrollando estas drogas, y muy probablemente ya estarán listas para ser probadas en el año 2012”, dijo este investigador.
La clave para sobrevivir muchos años con buena salud parece radicar en un conjunto de genes que ahora están comenzando a conocerse en profundidad y que han sido bautizados como los “genes Matusalén”.
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Gertrude Baines con 115 años
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Las personas que viven muchos años no es que tengan menos genes que provocan enfermedad; por el contrario, tienen otros que no posee la mayoría de la población y que desarrollan un efecto protector y se activan para defender al organismo”, dijo Eline Slagboom, de la Universidad holandesa de Leiden, que ha realizado una amplia investigación entre 3.500 ancianos de su país de más de noventa años. La conclusión de su estudio es que quienes llegan con buena salud a edades avanzadas comparten un componente hereditario que se explica por la presencia de estos genes, que cuando están presentes en combinaciones determinadas protegen a sus portadores de los ataques al corazón, el cáncer o incluso las consecuencias de fumar o tener una mala dieta alimenticia.
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En un estudio que acaba de hacerse público, esta investigadora detalla que este control genético permite a sus poseedores metabolizar las grasas, o la glucosa, de una forma diferente a las demás personas, lo que tiene como consecuencia una mayor protección contra enfermedades cardiovasculares o la hipertensión, además de que aparentemente envejecen de forma más lenta que los demás. “Quienes tienen estos genes no solo manifiestan menos enfermedades, sino que su piel es más joven, y todo debido a la acción coordinada de unos genes reguladores”, explicó. Conocer el funcionamiento de los genes Matusalén permitirá desarrollar fármacos específicos que reproduzcan su actividad e, incluso, crear la píldora antienvejecimiento.

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EL EXTRAÑO CASO DE BROOKE GREENBERG

Una joven de 17 años aquejada de una extraña dolencia podría ser la clave para comprender de forma definitiva el funcionamiento del proceso de envejecimiento. Se llama Brooke Greenberg (ya hable de ella en el blog en la anterior ocasión) y, pese a que solo le falta un año para ser mayor de edad, su apariencia es la de una niña de apenas un año. No mide más de medio metro y pesa siete kilos. Su cuerpo y su mente quedaron detenidos en un lejano momento de su primera infancia, y allí siguen, con su crecimiento aparentemente congelado, por lo que los científicos creen que es una extraña alteración genética. Una desgracia para ella y su familia, pero tal vez la clave para comprender y controlar el proceso de envejecimiento.
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Su caso está siendo estudiado por el equipo del doctor Richard Walker, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Florida, que está convencido de que se debe a una mutación de los genes que controlan el desarrollo y el envejecimiento.
Estamos comparando su material hereditario con el de una persona normal para saber dónde están las diferencias. Cuando las encontremos sabremos cuáles son los genes que controlan el desarrollo y envejecimiento, que son dos polos de la vida que implican a los mismos genes”, dijo este investigador.
Por el momento parece que lo que le ha ocurrido a la joven es que los genes del desarrollo se han apagado, pero no los del envejecimiento. Si se consiguen localizar, los investigadores esperan poder desactivar a voluntad los genes que ponen en marcha el envejecimiento, prolongando la juventud durante muchas décadas.
                                                                      
                                                                      Fdo: Alberto García.

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